lunes, 6 de diciembre de 2010

Tierra de Hombres... De Saint-Exupéry

"Siempre tengo presentes las imágenes de mi primera noche de vuelo en Argentina, una noche oscura, en la que refulgían como estrellas las escasas luces dispersas por la llanura.
Cada una señalaba en aquel océano de tinieblas el milagro de una conciencia. En aquel hogar se leía, se reflexionaba, se susurraban confidencias. En aquel otro alguien, tal vez intentaba penetrar en los secretos del espacio, y se consumía haciendo cálculos sobre la nebulosa de Andrómeda. Más allá se estaban amando. De vez en cuando resplandecía en el campo hogueras que reclamaban su alimento. Brillaban incluso las más discretas: la del poeta, la del maestro, la del carpintero. Pero, entre estas estrellas vivas, cuántas ventanas cerradas, cuántas estrellas apagadas, cuántos hombres adormecidos. Tenemos que procurar unirnos. Tenemos que intentar comunicar con alguna de esas hogueras que, de vez en cuando arden en el campo."
Saint-Exupéry. Tierra de Hombres.

Creo que todos alguna vez nos hemos sentido perdidos. Apagados. Dormidos. La conciencia, luminosa lámpara, atrapada en laberintos y armaduras. Otras, por el contrario brilla radiante y pura. En ese momento somos los mejores compañeros de viaje. Una linterna en la oscura noche, una antorcha, una estrella en la llanura.
También pienso que hemos sentido la necesidad de comunicarnos y compartir con otros nuestras inquietudes más íntimas... nuestras cosas... y al mirar a nuestro alrededor muchas veces no encontramos esas conciencias afines que entiendan el aliento que palpita en nuestro pecho. Así que hay que rasgar el silencio con las voces... quizás alquien escuche el grito... quizás alguien vea el resplandor en lo oscuro del camino... en la espesura de ventanas cerradas... o de hombres dormidos.
Quizá con el ruido se despierten... y los rescoldos del alma se inflamen de nuevo encendiendo nuevas lámparas. Alcemos la voz amigos.