Las personas del mundo somos una
oda a la diversidad, un canto que celebra la vida y la multiplicidad. Distintos
colores de piel, diferentes formas de pensar y de sentir, poliédricas visiones
de la realidad que no hacen sino descubrir la inmensidad de opciones que
existen a nuestro alrededor, sin conseguir agotarlas. Padres e hijos,
profesores y estudiantes, reyes y mendigos, gobernantes y gobernados, artistas
y musas, científicos, ecologistas, budistas, cristianos, musulmanes, agnósticos
y ateos, implicados e inconscientes, frikis de todas las variantes…. De mac o de pc y a los que les importa un bledo los ordenadores, los que sienten
predilección por la música jazz, o de Vivaldi, y así un largo etc... Todos
miramos desde diferentes perspectivas la realidad de la existencia. Las
distintas filosofías, místicas y religiones, son vías o formas a través de las cuales
se expresa el espíritu humano, entendido éste en un sentido Hegeliano. También, por
supuesto, la ciencia y todas sus
especialidades, el arte y las relaciones humanas de convivencia que llamamos política.
Estas dimensiones culturales constituyen la encarnación del espíritu de la
humanidad. Éste nace al mundo a través nuestro. La Historia, entonces, es su
desvelamiento, como si al vivir fuéramos levantando un velo que lo oculta.
Grandes cosas ha hecho el hombre y también grandes serán las que haga. El
futuro está en nuestras manos. El porvenir, abierto a lo posible, se encuentra
por escribir… y la mano que empuja la pluma es responsable del verso que deja
como legado. Si algo nos ha enseñado la historia, es que podemos sorprendernos
a nosotros mismos para bien y también, por desgracia, para mal.
Desde esta perspectiva filosófica,
dejando al margen cualquier creencia religiosa sobre el espíritu, nuestra vida nos
ofrece la oportunidad para descubrir nuestra propia melodía, la nota genuina de
nuestro ser. Aquella que es sólo nuestra, pues no hay otro ser que mire desde
nuestros ojos, que ame desde nuestro corazón, que sufra nuestras lágrimas y disfrute
nuestro esfuerzo. La humanidad que se expresa en nosotros es única e irrepetible.
Por este motivo estamos unidos a todos en una hermandad de puntos de vista. La
conciencia de la humanidad se gesta en la clara luz de la conciencia individual.
Cada uno de nosotros tenemos la misión
de desarrollarla. Toda vida es valiosa y tiene un sentido que trasciende lo cotidiano.
Tenemos el derecho de SER y esto entraña el compromiso de SER. Derecho y deber
son el anverso y el reverso de la misma moneda. Por eso “vivir a medias” o “vivir
las vidas de otros” no es aprovechar al máximo este don de la vida. “Carpe
diem”,” vivir el aquí y el ahora”, “hacer del ahora un instante eterno”, son
los sinónimos de esta alta misión. Este privilegio exige de nosotros pureza y
valor, exige autenticidad. Ser es ser auténtico. Sólo aquel que es valiente y
se atreve a pensar por sí mismo, fiel a su impulso creador, abre las puertas a
la vida, vence los límites y miedos y deja que el gigante interior hable, cree,
se dé a conocer. Le llamo gigante porque ese impulso poco conoce de pequeñeces.
Una mujer o un hombre así, saben que pueden errar y tienen el valor del que lo
intenta, el valor del que acepta que puede equivocarse, el valor de tener la
humildad para reconocer su fallo y aprender de él, y aunque no alcance el
premio de ver conquistados sus anhelos y sueños, nadie podrá decir que no agotó
su aliento en intentar encontrar su melodía. Son hombres y mujeres que no se
pliegan a las exigencias de los creadores de opinión, a los amos de las
modas. Están más allá de la moda y
libres de las tendencias, son dueños de sus opiniones pues éstas son
reflexionadas y elegidas. Han alcanzado esa mayoría de edad de la que hablaba
Kant, pensar por sí mismos y no ser pensados. Este artículo pretende ser una
invitación a ser. Existir (ex - sistere) significa emerger, aparecer, tomar posición hacia afuera.
Algunos viven toda su vida bajo un caparazón de miedos, sueños frustrados y
anhelos encadenados, cuando, en realidad, el poder que llevamos en nuestro
interior es capaz de conquistar las cimas más altas. Más allá de la indignación
hay que crear alternativas, más allá de la supervivencia hay que vivir, más
allá del paso del tiempo hay que darle sentido a cada segundo, más allá de un
trabajo hay que encontrar la vocación, más allá de las relaciones hay que amar….
Descubre tu propia melodía. No prives al mundo de tu clara conciencia, de tu
genuina nota, del espíritu que espera paciente su oportunidad.
Víctor Vilar.