Aquí os traigo un poema noético. Pertenece a una colección de versos que he llamado "En un rincón del alma". Con cariño, para aquellos que en ocasiones se pueden sentir pequeños ante la adversidad.
Despierta
¡Oh alma mía!, despierta.
La noche es oscura
como una herida abierta
en el seno de la tierra; profunda,
como la fría negrura
del azabache y la obsidiana.
¿No escuchas el canto que llama,
ese que al combate
al guerrero reclama
con todo el coraje
y la voluntad por armas?
Quedaste sencillamente dormida,
arrullada entre cantos de sirena.
Despierta consciente, radiante y pura,
como antes de traerte al mundo,
como antes de vestirte de tierra.
Demuestra de qué pasta estás hecha.
¿Creías acaso que eras de barro?
Tu sitio está entre las radiantes estrellas.
Su luz es la tuya.
¡Oh alma mía!, despierta…
eres una con ellas.
(Víctor Vilar. En un rincón del Alma)
El interior del alma humana presenta una cartografía rica en desniveles, cumbres y valles, abismos y altas montañas. No obstante yo siento devoción por las alturas y los paisajes luminosos. Por este motivo, no es de extrañar que mi viaje se emprenda hacia lo alto. Convoquemos a los vientos favorables que sostienen las alas e impulsan al alma, cuanto más arriba... más adentro.
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